El día que nació Carlota

Y la niebla. En los recuerdos de Santiago se extiende la bruma. Una capa grisácea que codifica Zaragoza en sus tiempos mozos de mili. “En la Base Americana”, corrige al instante. “Dormía en casa de la tía Delfina. Sólo hace un año que volvimos a la ciudad”, recuerda. Sus hijos, Sergi y Mar nunca habían estado en la tierra del abuelo. “Pero este verano volvemos. Hay que ir a Tobed”, insiste el pequeño de la camada mientras espía el móvil en busca de noticias esperadas. Falta Álex, el mayor. “Quería venir, pero está en Valencia entrenando”. El primogénito persigue el sueño que la Guerra Civil despertó en pesadilla para sus abuelos. El tripulante quiere ser olímpico, como lo podrían haber sido Fernando Muscat y Carme Sugrañes en Berlín en 1936.

Un año antes, en Ginebra, el abuelo Fernando se colgaba la olvidada primera medalla del baloncesto español. Una plata en un Campeonato de Europa que nació como Mundial, pero se achicó por los problemas de organización. La España republicana confirmó su asistencia casi a última hora y no atrapó el oro por una mala primera parte en la final con los gigantes de Letonia. Fernando Muscat, nacido en Tobed, un pequeño pueblo entre Calatayud y Daroca, se convirtió en Suiza en el primer internacional aragonés de este deporte. Siempre presumió de ser maño, como tantos otros inmigrantes que tuvieron que marchar a Cataluña para labrarse un futuro mejor.

Qué bonito es el Pilar”. Mar persigue los detalles de la Basílica con los ojos bien abiertos. Sergi no quita los suyos de la pantalla del celular. Pasean curiosos por la calle Alfonso antes de desviarse al Tubo por el consejo paterno. “Esto ha cambiado mucho. Nada que ver a cómo estaba cuando yo vivía en Zaragoza. ¡Cómo me gustaba venir aquí a comerme unas madejas!”, narra Santiago a su prole. El camino introductorio para en la Plaza San Miguel. En el edificio de la esquina, frente a la bella torre mudéjar de la iglesia, vivía el 'abuelo'en los años que vivió en la capital de Aragón. “Hay que hacerse una foto para que la vean todos”, insiste Mar.

Queda poco tiempo. Un café rápido en el Teatro Romano antes de tomar un taxi al Hotel Tryp Almozara. Mar quiere llegar con tiempo para cambiarse de vestido y alzarse sobre unos tacones desequilibrantes. La oportunidad lo merece. Son los primeros en llegar al salón perfectamente organizado. Sus nombres reposan en los asientos de la primera fila. Una cámara reclama sus palabras. Poco a poco van apareciendo los otros invitados y se va llenando una estancia preparada para unas doscientas personas. Algunos se quedan de pie.

La gala de la Federación Aragonesa de Baloncesto reúne a toda la familia de este deporte en nuestra comunidad. Los merecidos homenajes se van sucediendo, resaltando las semblanzas de las figuras de José Luis Abós y Toño Riva, recientemente fallecidos y siempre recordados. Se suceden los premios a los internacionales del año, a clubs que celebran su aniversario, a instituciones que apoyan esta disciplina, a ilustres como José Luis Rubio, Fernando Arcega, Alfonso Alonso, Fernando Abad, Isidro Lázaro, Paola Mercadal o Guillermo Uguet.

Se enfila la recta final y el presentador Luis Zárate llama al escenario a la familia de los hermanos Moreno, Pedro y Jesús, jugadores del que fue el primer partido de Helios en 1934. Los aplausos vuelven a resonar. Sergi Muscat, de reojo, rebusca en su teléfono ese 'guasap' perezoso, que no llega, pero lo guarda raudo en el bolsillo de su americana. Llega el momento, el motivo y orgullo de su visita. En la pantalla aparecen imágenes de su abuelo jugando con la camiseta del Laietà, de esa debutante selección española en Suiza o como entrenador pionero del baloncesto femenino... El reconocimiento histórico a la figura de Fernando Muscat llega en 2014 de la mano de una Federación Aragonesa de Baloncesto que está trabajando para recuperar la memoria histórica de esos pioneros olvidados, poner en valor a personas anónimas pero imprescindibles para que la semilla de esa pasión germinase décadas después en decenas de miles de zaragozanos y aragoneses.

Sergi vuelve a poner su mirada en el teléfono. Su cara cambia. Anuncia la noticia que esperaba. “Ha nacido Carlota”, suelta a toda la familia. La felicidad es doble. Una nueva Muscat viene al vida el día que al 'abuelo' se le recuerda entre los suyos. Curiosidades del destino. Una jornada completa.