Arranque #MuscatProject

Hubo un tiempo en el que jugar al baloncesto era una cosa de locos. Las canastas no se compraban en el súper del barrio. Si las querías se las pedías el herrero. No existían las zapatillas de marca. Pisaban con las mismas alpargatas que los campesinos. Los balones era de cuero rugoso y picaban si te lo lanzaban con fiereza. Antes de entrenar había que barrer la pista para quitar las piedrecitas de los suelos de arena o ceniza. Ponerte unos calzones y una camiseta sin mangas era visto como una extravagancia de modernos.

Cuando el Padre Eusebio Millán introdujo en 1922 el baloncesto en las Escolas Pias de Sant Antoni, en la frontera del Rabal barcelonés, un niño de Tobed llegaba junto a su familia a la Ciudad Condal. Cerca del colegio escolapio, en el número 7 de la calle Bisbe Laguarda, Fernando Muscat creció añorando los juegos del pueblo que había dejado atrás y sin saber que a unos metros de allí se estaba fundando el Laietà, el primer club de baloncesto de España.

Fernando Muscat fue una de las primeras figuras de un deporte casi desconocido para un país que ya entonces solo respiraba fútbol y se desvelaba con los puños de acero de Paulino Uzcudún. Campeón de Cataluña en dos ocasiones, su dominio del control del juego y su inagotable fondo físico, le llevó a ser proclamado el mejor jugador de su época ocupando la posición de ‘centro’. Entonces, en el baloncesto había posiciones defensivas y ofensivas, casi no existía el bote por las condiciones del terreno y había salto después de cada conversión.

El aragonés Fernando Muscat fue parte de la Selección española que logró la medalla de plata en el Europeo inaugural jugado en Ginebra en 1935. El zaragozano jugó uno de los tres partidos, siendo el primer aragonés en vestir la camiseta roja. De Muscat nace una estirpe de grandes figuras que tuvieron que emigrar a Cataluña u otras partes del estado para crecer dentro del baloncesto hasta la irrupción a inicios de los años 80 del Club Baloncesto Zaragoza.

Partido de la Selección Española en el Eurobasket de Ginebra, 1935

De este dato olvidado por internet se agarraron el periodista Sergio Ruiz y Jorge Albericio para arrancar un proyecto que vertebra sobre la figura de Fernando Muscat la narración de los inicios del baloncesto en Zaragoza.

Una investigación que rema por las orillas del Ebro, se adentra en los años amargos de guerra, callejea por los cuarteles militares y patios de colegios pioneros, transita por esos torneos inocentes enterrados en periódicos amarillentos, las primeras escaramuzas a Barcelona, Madrid o País Vasco, y ojea las fotos quebradas de plantillas de rostros casi desconocidos.

Partido en Helios, 1934. Foto cedida por los Socios Honorarios del C.N. Helios

En ese viaje hacia el pasado del baloncesto en Zaragoza se abre una ventana por la que observar el trayecto. Desde el próximo 12 de octubre de este 2014 con un mayor impulso, la website:

www.muscatproject.net


recogerá los detalles de esta aventura y difundirá algunos de los puntos que se incluirán en el libro y otros que contextualizarán la investigación: los curiosos podrán echar un ojo a este trabajo, conocer algo más de esas lejanas huellas sobre las pistas mañas y conocer en primera persona a algunos de los principales protagonistas, centrándose el relato en la figura del precursor Fernando Muscat.

Y desde la cuenta de Twitter @MuscatProject será el propio ‘centro’ de Tobed quien irá comentando la actualidad del baloncesto aragonés, hablará sobre sus tiempos y sobre éstos, recordará instantes y amigos que le acompañaron y opinará siempre con la caballerosidad que le caracterizaba en la pista.

#MuscatProject es un homenaje para poner en valor a todos aquellos que plantaron una canasta en la primera pista de Helios de la que germinó una pasión que hace que Zaragoza y baloncesto sean un axioma inviolable.

Horas de encierro en hemerotecas, viajes al lugar de los hechos, entrevistas a personajes en primera persona, búsqueda en documentos que pintan una época de convulsión social y política, encuentros en bibliotecas y museos detrás de un rastro que quedará plasmado en una futura publicación. para que la memoria de aquellos que nos contagiaron su locura no se extinga.

(fotografías cedidas por la familia de Fernando Muscat)